Parábola
https://www.youtube.com/watch?v=gCpbLPdVViE
El árbol de los pañuelos
En un
pequeño poblado rodeado de un hermosísimo paisaje verde y montañoso, había
una pareja de novios. Nacieron en aquel lugar, y se conocían desde niños, en
esa época solían jugar y disfrutar del verde pasto, las flores y la vida en
contacto con la naturaleza. Pero en especial disfrutaban de su árbol
preferido, un frondoso árbol, cuya copa daba una gran sombra que les
servía para pasar el tiempo juntos, tomar relajantes siestas, y reunirse entre amigos.
El tiempo pasó y aquellos niños
crecieron, y en una ocasión, el chico discutió con la chica, y se enojó tanto
que decidió marcharse de su casa. El papá pidió que se quedase, le indicó que
debía dialogar y arreglar el asunto con ella, pero no resultó.
El joven se fue lejos y vivió día tras
día conforme a su voluntad, dándose el gusto de conocer y tener otras novias.
Esta manera de vivir, en principio le reportó alguna alegria efímera, pero poco
a poco no hacía más que recordar a la amiga de la infancia y novia de la adolescencia,
y por razón, estaba sufriendo.
Una tarde,
recordando su niñez y todo lo que había aprendido, la felicidad con la que
había crecido, el amor de su familia, sus amigos y a
Estela. Decidió escribirle, a ella un mensaje. En él reconocía haberse portado
en forma incorrecta, le pedía perdón, además que le indicaba que deseaba volver
al pueblo y recomponer los lazos afectivos entre ellos.
Le comunicó
además, que volvería a casa en tren en algunos días, así
que le pidió a la chica, que si lo perdonaba, que colocara un pañuelo de color
amarillo en el árbol, el preferido por ellos. Si así fuese, él bajaría
del tren y corriendo iría a buscarla. Pero si no, seguiría de largo y no la
molestaría más.
Llegado el
día, compró boleto, subió al tren y con muchas ansias viajó esperando
visualizar el árbol y así saber la respuesta de amada Estela. Viajaba a su lado
un señor mayor, que le observaba con detenimiento, el quería pasar
desapercibido, pero era imposible, los nervios se iban apoderando de él y el
sudor corría por sus sienes y frente copiosamente. El señor -le preguntó- ¿que
si se encontraba bien? ¿Qué si estaba enfermo, que el estaba dispuesto a
auxiliarlo?. Al joven no le quedó más remedio que contarle toda la historia. Pero
cuando se acercaban a la estación no quiso ver a su alrededor estaba dispuesto a pasar de
largo, por temor a no ser perdonado. El señor observó, que este tenía los ojos
cerrado y que era presa de pánico, decidió intervenir para que no siguiera
arruinando su vida. Por eso -le habló-
diciéndole, que su Estela lo ha de querer muchísimo, porque no solo un pañuelo
amarillo colocó en la copa del árbol, sino que lo había llenado con cientos de
ellos. La emoción se apoderó de él, y un río de lágrimas inundó sus ojos, pues
había sido perdonado, y no de manera escueta, sino de la forma más generosa que
se podía esperar, y además estaba allí con los brazos abiertos para darle la
bienvenida. Bajó, entonces, del tren y corrió hasta donde se encontraba su
amada, llena de amor.
Investigación y redacción Beatriz Burlando
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Cuentos, párabolas y fábulas
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