miércoles, 9 de septiembre de 2015

Parábola



https://www.youtube.com/watch?v=gCpbLPdVViE



El árbol de los pañuelos

En un pequeño poblado rodeado de un hermosísimo paisaje verde y montañoso, había una pareja de novios. Nacieron en aquel lugar, y se conocían desde niños, en esa época solían jugar y disfrutar del verde pasto, las flores y la vida en contacto con la naturaleza. Pero en especial disfrutaban de su árbol preferido, un frondoso árbol, cuya copa daba una gran sombra que les servía para pasar el tiempo juntos, tomar  relajantes siestas, y reunirse entre amigos.
El tiempo pasó y aquellos niños crecieron, y en una ocasión, el chico discutió con la chica, y se enojó tanto que decidió marcharse de su casa. El papá pidió que se quedase, le indicó que debía dialogar y arreglar el asunto con ella, pero no resultó.
El joven se fue lejos y vivió día tras día conforme a su voluntad, dándose el gusto de conocer y tener otras novias. Esta manera de vivir, en principio le reportó alguna alegria efímera, pero poco a poco no hacía más que recordar a la amiga de la infancia y novia de la adolescencia, y por razón, estaba sufriendo.
Una tarde, recordando su niñez y todo lo que había aprendido, la felicidad con la que había crecido, el amor de su familia, sus amigos  y  a Estela. Decidió escribirle, a ella un mensaje. En él reconocía haberse portado en forma incorrecta, le pedía perdón, además que le indicaba que deseaba volver al pueblo y recomponer los lazos afectivos entre ellos.
Le comunicó además,  que  volvería a casa en tren en algunos días, así que le pidió a la chica, que si lo perdonaba, que colocara un pañuelo de color amarillo en el árbol, el preferido por ellos. Si así fuese, él bajaría del tren y corriendo iría a buscarla. Pero si no, seguiría de largo y no la molestaría más.
Llegado el día, compró boleto, subió al tren y con muchas ansias viajó esperando visualizar el árbol y así saber la respuesta de amada Estela. Viajaba a su lado un señor mayor, que le observaba con detenimiento, el quería pasar desapercibido, pero era imposible, los nervios se iban apoderando de él y el sudor corría por sus sienes y frente copiosamente. El señor -le preguntó- ¿que si se encontraba bien? ¿Qué si estaba enfermo, que el estaba dispuesto a auxiliarlo?. Al joven no le quedó más remedio que contarle toda la historia. Pero cuando se acercaban a la estación no quiso  ver a su alrededor estaba dispuesto a pasar de largo, por temor a no ser perdonado. El señor observó, que este tenía los ojos cerrado y que era presa de pánico, decidió intervenir para que no siguiera arruinando su vida.  Por eso -le habló- diciéndole, que su Estela lo ha de querer muchísimo, porque no solo un pañuelo amarillo colocó en la copa del árbol, sino que lo había llenado con cientos de ellos. La emoción se apoderó de él, y un río de lágrimas inundó sus ojos, pues había sido perdonado, y no de manera escueta, sino de la forma más generosa que se podía esperar, y además estaba allí con los brazos abiertos para darle la bienvenida. Bajó, entonces, del tren y corrió hasta donde se encontraba su amada, llena de amor.
Investigación y redacción  Beatriz Burlando
Publicaciones Cuentos, párabolas y fábulas
Youtube



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