sábado, 13 de agosto de 2011

Fábula: La rosa y el amaranto



Un amaranto plantado en un jardín cerca de un rosal, le dirigía unas palabras:
-¡Qué flor tan encantadora es la rosa, favorita tanto para Dioses como  para hombres. Le envidio su belleza y su perfume!
El rosal le contestó:
-En efecto, querido amaranto, doy flores, ¡pero para una breve temporada! Y si  ninguna mano cruel las desprende de mi tallo, aún así  fallecerán tempranamente. Pero tú eres inmortal y nunca te
decoloras, y siempre te presentas con renovada juventud.-

En vez de envidiar virtudes ajenas, veamos primero las grandezas de las nuestras.

Autor Anónimo

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